Descripcion
Al acusado se le imputaba un ataque a mano armada y el robo de dos gallinas y seis huevos.
A pesar de que cuatro testigos declararon en su contra y de que se encontraron cientos de plumas en su casa, una cacerola con huesos de pollo y restos de tortilla en una vieja sartén, el ilustre abogado Mario Laus, tras un elocuente alegato, logró persuadir al jurado de la inocencia de su defendido y convencerlo de que el verdadero culpable era la sociedad.
El detenido fue liberado ipso facto bajo una salva de aplausos provenientes del público que gritaba: “¡ Otra, otra!”, lo que obligó al prestigioso magistrado a salir en numerosas ocasiones a saludar a la enfervorizada concurrencia.